Uffff. Hacía años luz que no publicaba una reseña
*relajen la pelvis, amigos físicos, ya sé que se trata de una unidad de medida de distancia y no de tiempo*. Este blog próximamente va a figurar entre los fantasmas de la blogosfera (? En fin. Hoy traigo la crítica de un libro que miles de personas deben de haber leído ya, y si no lo hicieron espero que lo hagan pronto.
¿Qué decir del asombroso Stephen King...?
A algunos puede gustarles, a otros quizá no. En lo que a mí respecta vuelvo a sacarme el sombrero imaginario y hago una fiel reverencia ante este hombre que una vez más me deja sin palabras. Creo humildemente que
22/11/63 es uno de los mejores libros que he leído en mi vida. Me sentí atrapada desde el instante en que comencé a leerlo. Y debo admitir que hace mucho que no me ocurre eso.
Desearía haber sido una persona emocionalmente bloqueada, al fin y al cabo. Porque todo cuanto siguió -todas y cada una de las cosas terribles que siguieron- derivó de aquellas lágrimas.
La majestuosidad con que describe un escenario que muchos de nosotros no conocemos más que de oída me impresionó. Pude situarme ahí, escuchando cada canción, sintiendo cada olor que él describía, viendo lo que sus ojos eran capaces de mostrarme. Sin duda alguna el talento le brota por los poros. Tiene tal dominio de su escritura que abruma y me provoca una admiración infinita. Pero, bueno, basta de alagar a mi amado Stephen. Vamos a lo nuestro.
El libro está escrito en primera persona. Trata, como bien dice la sinopsis, de un viaje al pasado con la clara intención de impedir el asesinato de Kennedy. Independientemente de lo fantasioso de la idea, esta novela cuenta con un arduo trabajo de investigación que respalda cada página. Y esta investigación se nota hasta en el más diminuto detalle. Como decía más arriba, este hombre nos cuenta -a través de la palabra de
Jack Epping- cómo era el mundo en los 50' y 60'. Un mundo donde el racismo era moneda corriente, donde la música era otra, los teléfonos móviles no existían, la vestimenta era mucho más recatada, el internet no era ni siquiera una mera idea futurista, y la gente desbordaba confianza y bondad. En ese mundo el World Trade Center tampoco existía, de hecho, y el atentado del 2001 estaba muy lejano. Junto a Jack vamos adentrándonos en esta línea temporal surreal donde el protagonista debe basarse en sus conocimientos de historia e incluso en sus propios instintos para conseguir sobrevivir. Porque, tal como comprenderán los que lo hayan leído,
el pasado es obstinado.
El pasado no quiere cambiarse. Pero también notarán que
el pasado armoniza. Siempre. Esta novela está llena de peripecias que nuestro Jack Epping deberá sortear para llegar a cumplir su misión: salvar a Kennedy. En el camino encontrará amigos, enemigos, amor y también dolor. Personalmente amé la conjunción de todo eso. 22/11/63 tiene la dosis perfecta de cada cosa. Cada parte aporta su grano de arena hasta convertirla en un libro excelente. Hay partes impresionantes, desde una escena de sexo hasta una paliza lo bastante explícita como para sentirla en tu propia piel.
Personajes
Jack Epping/George Amberson, nuestro protagonista. Es un escritor frustrado que se dedica a la enseñanza. Su vida se tambalea al leer una historia de uno de sus alumnos y siente la necesidad de cambiar su destino al comprobar que puede ir al pasado. Allí se verá obligado a llevar una vida normal como fachada mientras se acerca más y más a su verdadero objetivo: Harvey Lee Oswald.
Al Templeton. El gran artífice de todo este embrollo. Dueño del diner al que Jake va casi a diario, y conocedor del secreto que guarda el depósito de su local: de algún modo, sin saber bien por qué o cómo, se puede ir al pasado.
Harry Dunning. Alumno y conserje de la secundaria para la que trabaja Jake. La historia de cómo murió su familia asesinada a manos de su padre remueve algo dentro del protagonista que lo hace decidirse a intentar cambiar el pasado.
Sadie Dunhill. Bibliotecaria de Jodie que se convierte en el interés romántico de Jake, por supuesto. Lleva a nuestro protagonista a un estado de felicidad tan grande como lo es la miserable encrucijada en que se encuentra al no poder contarle la verdad. Una mujer demasiado sufrida para ser tan joven, habiendo huido de un marido abusivo y sumamente obsesivo.
Deke Simmons. Director de la Secundaria Denholm de Jodie.
Amo a ese viejo. Es todo lo que voy a decir. A él, a la
Srta. Mimi, y a casi todos los de Jodie. Al leer esta novela creo que me di cuenta de cuán diferente era la gente por aquél entonces. Y, mejor aún, leyendo 22/11/63 vi cuánto un profesor puede cambiar la vida de un alumno. Habiendo sido docente por un corto tiempo, sé que podemos llegarle hondo a un chico siempre que nos lo propongamos. Y me sentí muy unida a Jack en ese sentido. En ese y en lo relativo a la escritura, por supuesto.
Hay otros personajes. Los que representan a los de la vida real, claro. Con respecto a ellos, no me agradaron mucho. No estoy en posición de decir si su descripción fue o no fiel a la realidad, pero al menos en
esta novela no me cayeron bien. Lee Oswald no fue más que un hombre cruel y mezquino con su esposa, que se sintió brevemente apreciado cuando en realidad lo estaban utilizando para fines mayores. En Marina Oswald vi a una mujer golpeada, astuta por momentos y muy tonta por otros. En todo el círculo que rodeaba a Oswald no percibí otra cosa más que hipocresía, ambición y sed de poder. Todo muy político, para resumir.
Acortando, Lex... Sí, sí. Perdón, je
ME ENCANTÓ. Fueron las casi novecientas páginas más fabulosas de lo que va de mi vida. No hubo ni un sólo momento en que sintiera que las palabras estaban de relleno, o que siquiera bostezara de aburrimiento. Nunca. Por el contrario no podía parar de leer. Necesitaba más. Algo que me fascinó de este libro fue que te iba dejando migas en algunos capítulos, pequeñas pistas, y al cabo de varios capítulos más desentrañaba el misterio. Bastaba una frase corta para dejarte cortando clavos y preguntándote qué podía ser lo que se venía. Esta novela te mantiene siempre suponiendo lo que ocurrirá. Las hipótesis a veces se concretan, a veces no. Pero no hay nunca un instante en que la trama decaiga. ¡Ni por un segundo!
Y las páginas finales... *aplausos*
Sólo diré esto: Stephen King es el claro ejemplo de que a veces un escritor no debe hacer lo que el lector espera/quiere/desea.
El tira y afloje entre lo que se
quiere y lo que se
debe hacer le da al final un sabor único. Al menos a mi criterio.
No dejen de leerlo.
King dijo que su saga
La Torre Oscura es su
magnum opus. Bueno, yo no la he leído pero sin duda
22/11/63 se lleva todos los premios.
OTRAS CITAS
Pero creo en el amor, ya saben; el amor es la única magia portátil. No creo que esté en las estrellas, pero sí creo que la sangre llama a la sangre y la mente a la mente y el corazón al corazón.
¿Quién puede saber cuándo tu vida pende de un hilo, o por qué?
Sabía dónde estaba; Lisbon Falls, Main, en el corazón del condado de Androscoggin. La verdadera pregunta no era dónde, sino cuándo.
Pensé en la madriguera de conejo y en que cada vez que se usaba había un reinicio completo. Al final me dormí.