Dicen que hay momentos en los que uno se da cuenta de que no está bien. Algunos quizá lo relacionen con una alarma, otros con una pequeña lámpara encendida. De cualquier forma el punto es que se supone que uno mismo tiene que notar que las cosas no van como deberían ir. Y creo que yo he llegado a ese punto.
Si les apetece seguir leyendo, se los voy a agradecer. Si quieren dejar de hacerlo, está todo más que bien :) Esta no es una entrada feliz ni divertida, aunque tampoco es una lloradera sin sentido. Me parece que, tal como el título dice, es catarsis.
*suspiro melodramático*
No sé qué me está pasando, la verdad. Este año me ha ido succionando la energía de a poco hasta dejarme sin nada. No tengo ganas de leer o de escribir, mucho menos de estudiar. Me siento agotada todo el tiempo, triste, saturada de mi vida en general. Odio mi trabajo, gente. Llegué a ese punto. Lo aborrezco. Me voy cada noche deseando no volver más. Veo los libros de la facultad y se me acongoja el alma porque sé que debería estudiar pero no encuentro fuerzas o ganas para hacerlo. Busco tiempo para escribir y me encuentro con que miro la pantalla sin saber cómo poner en palabras todo lo que da vueltas por mi cabeza. Empiezo a leer y lo dejo a medias...
Hace dos días volví a leer un libro de un tirón y ni siquiera tuve la dicha de que me encantara u.u Me encuentro en un estado en el que hago todo por inercia. Nada me gratifica, nada me llena, nada me complace. A veces lloro sin parar, a veces estoy furiosa. No me dan ganas de levantarme de la cama o de fingir que es sólo otro día malo y que pronto van a venir las cosas buenas. Siento que mi vida necesita un giro de ciento ochenta grados de forma urgente pero tampoco sé cómo o qué cambiar. Y si descubro lo que es, las fuerzas para hacerlo se me escapan de los dedos.
En resumidas cuentas soy un maldito desastre. Y no uno maravilloso, como es el caso de Trav & Abby. Son un desastre real y sin solución aparente. ¿Nunca sintieron ganas de golpear la pared con fuerza hasta hacer todo temblar? Así estoy yo.
Me replanteo constantemente las benditas preguntas que acechan al ser humano desde tiempos remotos: ¿quién soy? ¿Qué hago acá? ¿A dónde voy? ¿Qué va a ser de mí? Si me muriese hoy, ¿cuál sería mi famosa huella? Tengo veinticinco años y siento que no he hecho nada digno de orgullo. Bueno, mis libros. Salvo eso... nada. Me encerré en una relación durante años que no hizo más que apartarme del mundo entero. Yo me aparté del resto, en realidad, y las consecuencias fueron las más evidentes: cuando se terminó me encontré perdida y sola. A diario un montón de personas me recuerdan que aún soy joven, que tengo tiempo de sobra para recibirme, publicar mis libros, viajar, ser feliz, etc, etc, etc. Tienen razón, obvio, pero yo siento que dejé pasar AÑOS sin hacer nada. ¿Qué experiencias viví? ¿Qué recuerdos me quedan? No hay nada que me haya salido como quise o como planeé. Le ocurre al común denominador de la gente, sí, pero ¿cuándo uno se pone a pensar en eso? Por lo general nos planteamos nuestra propia situación y pensamos por nosotros mismos. Nos lamentamos por nosotros mismos. ¿Para qué ser la excepción a esa regla?
Quiero un cambio. God I need a change♪♫
*el tema Just feel better me hace sentir muy identificada en este momento*
Quiero un trabajo que me guste, un lugar donde pueda crecer y aprender y conocer gente nueva. Quiero tener ganas de estudiar esta carrera que elegí, de sentarme a leer con gusto y no sentir que estoy obligada a hacerlo. Quiero escribir con la convicción de que esa necesidad por plasmar algo en una hoja me sigue corriendo por las venas. Pero más que todo eso, quiero quererme. Quiero asumir quién soy y aceptarme de esa forma.
Supongo que no es muy tarde para decir que carezco de autoestima, ¿no?