Reseña: La historia del loco - John Katzenbach

Sinopsis

Han pasado veinte años desde que el Western State Hospital cerró sus puertas y sus últimos pacientes se reintegraron a la sociedad.

Francis tenía poco más de veinte años cuando su familia lo recluyó en el psiquiátrico tras una conducta imprevisible que culminó en una crisis. Ahora, alcanzada la mediana edad, lleva una vida sin rumbo y solitaria, alojado en un piso barato y permanentemente medicado para acallar el coro de voces en su cabeza. Pero un reencuentro en los terrenos de la clausurada institución remueve algo profundo en la mente agitada de Francis: unos recuerdos sombríos, que él creía haber enterrado, sobre los truculentos hechos que condujeron al cierre del Western State Hospital, y el asesinato sin resolver de una joven enfermera, cuyo cadáver mutilado fue encontrado una noche después del cierre de las luces.

Aunque la policía sospechó de un paciente, los internos siempre hablaron de un "ángel" y el crimen quedó sin resolver. Sólo ahora, con la reaparición del asesino, se conocerá la respuesta.

Introduciéndose en la impredecible mente de Francis, John Katzenbach demuestra su gran conocimiento del lado oscuro de la psique humana y su destreza para provocar la tensión en el lector, tal y como hiciera en El Psicoanalista.

Mi opinión

Debo admitir que este libro no me atrajo tanto como Un final perfecto. Tiene partes en las que te tiene intrigado y a la espera de lo que va a ocurrir a continuación, y otras en las que uno no comprende bien los hechos que se están sucediendo. Tal vez sea porque el libro entero se basa en el testimonio de un loco. No sabría decirlo con certeza. Aún así, hubieron muchas cosas que me gustaron. La variedad de personajes y sus consiguientes personalidades, le dio una tonalidad distinta. Teniendo en cuenta que la mayor parte de la historia se trata de los recuerdos que el protagonista tiene del hospital psiquiátrico, debemos asumir que casi todos los personajes también son de allí. Me gustaron los matices de cada personaje. Cómo el autor muestra los diferentes tipos de locura y situaciones que cada paciente tenía. Te enseña las diferencias entre un psicópata, un esquizofrénico, y un catatónico. Sus descripciones son imperdibles.

El libro, al momento de los hechos ocurridos en el presente, son narrados por Francis. Todo lo ocurrido en el pasado, está contado por una tercera persona omnisciente. El personaje principal, Francis o Pajarillo, despierta una serie de emociones en el lector. Uno nunca es ajeno al grado de locura que presenta, ya que es una persona que escucha voces constantemente, pero el chico es brillante. Es capaz de observar ciertas cosas que el resto no, su percepción es aguda y, a pesar de ser retraído, solitario y tímido, es muy valiente cuando debe serlo. Uno de los personajes que más me agradó, fue Peter El Bombero. Los motivos por los cuales él se encuentra en ese lugar son muy distintos a los que lo llevaron al protagonista. Es una persona sensata en muchas cuestiones, con una agilidad mental que en más de una oportunidad lo ha llevado a tener problemas, y es muy astuto. Comprende las cosas de una forma que Francis no. Y, del mismo modo, el protagonista es capaz de ver cosas que Peter no puede. Ambos se complementan a la perfección. El dúo perfecto. Lucy Jones, la fiscal del condado, es un personaje que me agradó mucho. Es inteligente, valiente y avasalladora. No teme ir en contra de la corriente, y se basa mucho en sus instintos. Hay otros personajes secundarios que me gustaron, y también otros que me desagradaron desde un comienzo. Tal es el caso del Dr. Evans o señor del Mal. Es una persona que cae mal. Su forma de hablar, y de tratar a los demás, te resulta chocante. Al menos, a mí me pareció así. El Dr. Gulptilil o Tomapastillas, es un arma de doble filo. Te sonríe al decirte algo, pero en realidad todo nos indica que quiere decir lo contrario. De todas formas, saqué cosas positivas de la mayoría de los personajes. Y debo felicitar al autor porque cada palabra que utilizó para describir sus emociones, me llegaron e hicieron sentir lo mismo: el miedo, el arrebato de valentía, la perspicacia, e incluso la locura.

De los libros que he leído de Katzenbach, este es el que menos me ha gustado en su totalidad. Sin embargo, me alegro de haberlo leído.

Frases

Ése es uno de los principales problemas de estar loco: nunca estás seguro de las cosas.

—Algunas historias es mejor no escribirlas.

—Si la escribes, entonces será real —comentó Napoleón, y se encogió de hombros—. Si sólo la conservamos en nuestros recuerdos, es como si nunca hubiera pasado. Como si hubiera sido un sueño. O una alucinación propia de chalados. Nadie se cree lo que decimos. Pero si lo escribes, eso le dará, no sé, cierto fundamento. Lo volverá real.

Estar loco te proporciona una visión interesante de la vida.

La memoria suele nublar el dolor.

—Hay cosas que es mejor guardarse para uno mismo —asintió el Bombero.

Un famoso poeta escribió una vez, de forma bastante elegante e ingenua, que el hogar es el sitio donde siempre te acogen. Quizá para los poetas, pero no para los locos.

Eso es lo que la gente que nunca ha estado loca no puede entender. Lo mucho que hiere cada delirio.

—Veo un mensaje -respondió el Bombero. Y, con una sensación casi apabullante de tristeza, añadió—: Y nadie ha matado a la encarnación del mal. Está aquí, entre nosotros, tan viva como tú o como yo.

(...) porque el único lazo real que nos unía era un singular deseo de ser distintos a lo que éramos, y para muchos de nosotros ése era un sueño que parecía inalcanzable.

<<En un lugar lleno de temores, buscamos al hombre que no tiene ninguno>>, pensó Francis.

Cuando las voces te dicen que hagas algo, te lo gritan con insistencia machacona, el dolor, la dificultad, la fuerza, todo es secundario. Simplemente haces lo que te exigen. Te superas.

Pero, curiosamente, las necesidades imperiosas pueden convertirse en sí mismas en una especie de locura.

Daba igual la cantidad de cerrojos que tuviera en la puerta, no impedirían la entrada a mis peores miedos.

Francis se encogió de hombros y sonrió ante el halago. Y, en algún lugar recóndito de su ser, se percató de que muy pocas veces lo habían halagado en sus veintiún años de vida.

—Es por tener algo, Peter -respondió despacio—. Es por poseer algo tangible en este sitio en que no tenemos casi nada.

Calificación

¡BESOS!