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25/11/16

[Un día como hoy] Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer

No soy partidaria del #NiUnaMenos porque humildemente creo que el eslogan debería ser NADIE menos. Ni mujeres, ni hombres, ni niños, ni animales. Nunca me meto a opinar sobre este tema porque sé que mi punto de vista es algo controversial. Sin embargo no me siento ajena a la triste realidad que vivimos como sociedad, por lo que dada la gravedad del asunto y de la importancia de esto es que vengo a aportar mi granito de arena.

Un día como hoy, 25 de noviembre, pero de 1999 la ONU (Organización para las Naciones Unidas) proclamó junto con el apoyo de ochenta países el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer. El objetivo de ésto era llamar la atención tanto de los diferentes gobiernos como de la sociedad en sí para llevar a cabo acciones concretas que dieran fin a la violencia contra la mujer.

¿Les gustan los números? Pues hablemos de números.

Según estudios, en lo que va del año han muerto más de ciento setenta mujeres en Argentina. La mayoría de ellas a manos de sus parejas o ex parejas. Se calcula que en 2015 una mujer era asesinada cada treinta y seis horas.

La semana pasada la ONU hizo una inspección en nuestro país y determinó que aún nos falta capacitar a jueces, docentes y policías, que deberíamos hacer más refugios para mujeres golpeadas, que nuestras estadísticas dejan bastante que desear.
«El sistema argentino tiene deficiencias considerables para prevenir la violencia contra las mujeres. (...) El Gobierno apoyó este movimiento [#NiUnaMenos] pero dicho compromiso ahora debe traducirse en acciones concretas», planteó Dubravka Simonovic (relatora especial de violencia sobre la mujer de la ONU).
El porcentaje de mujeres maltratadas en sus hogares, tanto verbal como físicamente, ronda entre un 25 y un 75% porciento. Esto siempre existió, no vamos a negarlo, pero en los últimos años se ha viralizado. Se ha vuelto una práctica común, habitual. Más de uno de nosotros conoce casos o le ha tocado de cerca. Al menos YO puedo decir eso.
«Ahora está de moda prender fuego boludas como vos», le dijo un ex a una amiga.
Para que se den una idea, esa chica fue desfigurada por ese ex. Ya había ido a la Comisaría de la Mujer por maltrato y le respondieron "acá vení con marcas, nena". Cuando finalmente las tuvo le iniciaron una causa (tiene más de veinte denuncias), le pusieron una orden de restricción, y a esa misma orden la viola cada semana. Imaginen, sólo por un segundo, vivir con mensajes de texto como "Te queda linda la pollera que tenés puesta hoy", o que te llame de pronto y te diga que no hables con la persona que tenés delante porque te va a matar. Cambiar tu número de teléfono y que siempre lo termine consiguiendo. O, peor aún, imaginen vivir con el miedo de que ese alguien vuelva a empujarte frente a un colectivo. La justicia no hizo nada al respecto. Un juez, UN JUEZ, le respondió "¿Sabes la cantidad de casos como el tuyo que tengo, querida?". Cuando me entero de cosas como éstas, la justiciera en mí desea y necesita cortar cabezas.
Edmund Burke dijo: «Todo lo que se necesita para que triunfen las fuerzas del mal es que suficientes personas buenas no hagan nada». ¿Hasta dónde hemos llegado?
En lo referente propiamente a los libros, hay muchos que han tocado temas como éste. Cito algunos ejemplos.

Stephen King en 22/11/63:
—No te muevas, no pelees. Si lo haces, te mato.
Sadie intentó zafarse y él le dio un golpe seco en la cabeza con el corto cañón del revólver. Al mismo tiempo, hizo más fuerza con el brazo alrededor de su cuello. Sadie vio el cuchillo que sostenía con el puño cerrado al final del brazo que la estrangulaba y dejó de forcejear.
(...)
—Bájate el vestido. Se te ven las ligas, so puta.
(...)
Se levantó del puf y entregó el teléfono a Sadie. Cuando ella se lo llevaba a la oreja, lanzó un tajo con el cuchillo, rápido como el ataque de una serpiente, y le rajó un lado de la cara.
Danielle Steel en Malicia:
Nadie hubiera creído a John Adams capaz de una cosa así, pero lo era, y de cosas peores. También le hubiera pegado a Grace, pero Ellen no se lo permitía. Ella se ofrecía en su lugar una y otra vez y le decía a Grace que se encerrara en su habitación.
Ellen había tenido dos abortos a causa de las palizas, el último a los seis meses de embarazo, y después ya no pudo tener más hijos. Las palizas eran brutales, pero calculadas para que los moretones pudieran ocultarse, o explicarse, siempre que Ellen estuviera dispuesta a hacerlo, como siempre ocurría.
Teresa Mummert en The Good Girls:
—Lo siento mucho, Tristan—mi voz se quebró cuando él reajustó su agarre.
Su palma golpeó el lado de mi cara antes de que yo tuviera tiempo de registrar que estaba balanceándose. El dolor era como el fuego que se extendiéndose sobre mi mejilla cuando golpeé el suelo, aterrizando de lado debido a la fuerza de su golpe. Mi boca se llenó con el sabor metálico de mi propia sangre y ya podía sentir mi labio hinchándose. Rodé a mi estómago y luché para empujarme hacia arriba sobre mis manos y rodillas mientras él agarraba mi hombro, empujándome sobre mi espalda.
—Soy un hombre, Cara, no tú. Creo que necesitas un recordatorio de eso.
Le eché un vistazo, con la cabeza palpitante y los oídos sonando. Vi como sus manos buscaban a tientas la hebilla de su cinturón. Me atraganté a medida que la sangre de mis labios rodaba por mi garganta, volviendo la cabeza hacia un lado y tosiendo.
—Por favor—fue todo lo que pude susurrar, pero mis palabras fueron confusas. Sentí la frialdad de las yemas de sus dedos en la cintura de mis pantalones cortos de mezclilla y empujé sus manos, pero sólo le causó más molestia. Me arrancó los pantalones cortos por las piernas, dejando marcas de garra en su estela mientras los arrojaba a la oscuridad.
Todo mi cuerpo se estremeció mientras lloraba, cerrando los ojos con la mayor fuerza posible, mientras el peso de él me clavaba en el suelo. Yo no era lo suficientemente fuerte para alejarlo de mi cuerpo.
Danielle Steel en El largo camino a casa:
Él le cruzó la cara de una bofetada. Ella reculó y se golpeó la espalda contra el escritorio. Conocía muy bien el sonido, la sensación, la fuerza de esos golpes. Antes de caer al suelo, Steve la agarró del brazo y le dio un puñetazo en la sien. Gabriella oyó algo parecido a un saco de arena estrellándose contra el suelo, pero ya no le quedaba tímpano que dañar, Steve no podía hacerle nada que no le hubieran hecho ya. Había vivido esa misma pesadilla durante los primeros diez años de su vida. Steve le dio puñetazos en el cuerpo y la cara y luego le aporreó la cabeza contra el suelo. Gabriella le oía decir algo sobre el dinero. Steve estaba totalmente fuera de sí. Gabriella era un enemigo que había que destruir, una furcia que pretendía negarle todo lo que se merecía y soñaba tener.
La levantó del suelo y la lanzó contra la pared, y entonces Gabriella se dio cuenta de que tenía el brazo roto.
Hay muchos otros que también mencionan situaciones de abuso, maltrato o violencia de género. Es importante tener en cuenta que la violencia se da no sólo a nivel físico, sino también verbal y por ende psicológico. Una mujer que es degradada a diario y menospreciada en cualquier ámbito de su vida, es tan maltratada como aquella que recibe golpes de diferentes índoles. Por favor, jamás crean que porque no las golpean entonces significa que no son maltratadas. ESO ES VIOLENCIA. Si sufren maltrato físico, denúncienlo. Si saben de alguien que lo sufre, no se queden de brazos cruzados. Si pueden escapar de esta situación, no pierdan tiempo. Su vida vale tanto como la mía, la de mi vecino o la de cualquier otra persona. No se crean débiles. Jamás permitan que les digan que son débiles. Bajo ningún concepto. Una vez que se convenzan de eso, van a serlo. NO. LO. PERMITAN.

Odio contar esto porque es una anécdota muy desafortunada pero, cuando tenía diecinueve años una persona que creía conocer me puso en una situación incómoda y horrible. Casi ocho años después y conversándolo con una psicóloga llegué a comprender que lo de esa noche, lo que sufrí a manos de ese hombre, fue abuso sexual. No hubo violación, pero sí abuso. Lo peor no fue lo que pudo hacerme en el cuerpo, sino lo que sus palabras le hicieron a mi cabeza. Nunca voy a poder olvidarme de muchas cosas que hizo o dijo. Una de las que más grabadas me quedó fue "No forcejees, soy más fuerte que vos. Nunca me vas a ganar". Desde esa experiencia que una de mis metas es ir a clases de kick boxing. No por nada las protagonistas de mis novelas siempre encuentran la manera de aprender a defenderse. No soporto sentirme vulnerable o frágil. Y tampoco tolero que alguien me vea de esa forma.

Con todo esto apunto a que cada uno de nosotros puede marcar la diferencia. Es un granito de arena. Me gustaría poder pensar que el gobierno puede -y tiene que- aportar lo suyo, que la justicia va a hacer su trabajo y no a burlarse en la cara de los damnificados, que van a dejar de enseñarnos a las mujeres a no provocar a un hombre para empezar a enseñarles a ellos que no es no. Me gustaría creer en una sociedad que toma cartas en el asunto y no mira hacia otro lado para luego llenarse la boca al repudiar hechos de este estilo. Quiero guardar una leve esperanza para este mundo tan lleno de violencia e injusticia. Quiero decir que, ¿cómo puedo confiar en que el Estado va a hacer lo que debe hacer si nosotros como individuos no actuamos tampoco en consecuencia? Ir a una marcha no me hace más partícipe. Con cero ánimo de ofender a los que concurren, al contrario, pero creo que va más allá. A mi criterio tiene que ver con intervenir cuando se ve un claro caso de violencia con tu vecina, con un familiar, con un amigo. Tiene que ver con plantarle cara a la situación y no pensar "pobre mina, qué hijo de puta ese tipo". Tiene que ver con hacernos responsables, con ser activos en la causa, con poner el ejemplo. Después de todo, ¿qué harías si fuera tu hija? ¿O tu hermana? ¿O tu madre? La justicia falla, el gobierno falla, la educación falla, la sociedad falla, el individuo falla. Cada uno de nosotros es un grano de arena. Juntos somos un desierto entero.

Quizá sea que mi cabeza funciona de otra manera. O tal vez se trate de que estoy acostumbrada a sacar la espada y luchar por todo aquello que considero justo. De la forma en que sea, así lo veo. 



G R A C I A S    P O R    L E E R M E


2 comentarios:

  1. Muy buena entrada. Coincido mucho con lo que decís, no me molestan las marchas, pero es cierto: intervení en la situación, ayudá de alguna forma a la víctima, porque con decir "pobrecita, che, ojalá que ese imbécil vaya a la cárcel" no hacemos nada.
    Veo que todo este tema de violencia hacia la mujer (o a cualquier persona), no está tomado en serio, te digo lo que pienso. Y creo que eso mismo también suma a que los políticos y la justicia no le den la atención que merece.
    Lamento mucho tu situación, no puedo imaginar lo que debe haber sido. Pero la idea de hacer en tus historias personajes fuertes es genial. Me gustaría leer algo de eso...
    Sé que este tema es muy sensible, pero hay que comentarlo, ¡besos!

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